Tras la Reforma Protestante de Martín Lutero, el cristianismo católico entra en una notable crisis de poder que le exige tomar medidas para intentar mantener el statu quo que había logrado consolidar y mantener durante el periodo medieval. Esta escueta reflexión tiene el propósito de mostrar las bases filosóficas del Humanismo cristiano, entendido como el movimiento que teorizó sobre el cristianismo durante el periodo reformador, con el fin de recuperar los valores y los principios de esta religión durante sus primeros siglos de existencia, de manera que se pudieran presentar como la verdadera doctrina cristiana. La definición que se consiguió con esta corriente humanística estableció los argumentos de lo que fue la Contrarreforma o Reforma católica, materializada en el Concilio de Trento (1545-1563). Desde un enfoque cualitativo y a partir del análisis hermenéutico, se discurre sobre el pensamiento de los tres grandes representantes del Humanismo cristiano: Erasmo de Rotterdam, Tomas Moro y Juan Luis Vives, para establecer los principios teóricos del cristianismo del siglo XVI y analizar el papel sociológico que comenzó a ostentar a partir de entonces. Tomando como referencia los postulados expuestos, se puede inferir que el cristianismo es más que una mera creencia religiosa, supone un modelo sociológico basado en el principio de la dignidad y en el valor de la solidaridad. La aplicación de este modelo, por tanto, puede considerarse una alternativa viable para la construcción y estructuración de la sociedad.