Plazas, Fabián AlfredoCortes Palacio, Jonathan Steven2019-06-202019-06-202017http://hdl.handle.net/11396/4434El patrimonio cultural de la humanidad ha sido un testigo silente del forjamiento de las más grandes trasformaciones sociales, pasando por las pequeñas acciones históricas, abundantes de tradiciones y costumbres generadas por las poblaciones que han habitado la tierra. Las expresiones culturales que se gestaron en estos espacios, siguen trasmitiéndose de generación en generación, aportando a los conocimientos que las personas tienen, a sus historias, tradiciones, culturas, mitos, símbolos, cultivando en ellos identidades locales, nacionales y mundiales. Muchas de las identidades que se han forjado en los individuos o comunidades están precedidas por una cultura que fundamente la base de pensamiento donde las personas se definen y se entienden frente al mundo que los rodea (Vargas, 2012; Cuche, 2002). En ese sentido, es importante tener en cuenta que los estudios sobre identidad y patrimonio cultural tienen una gran importancia dentro de los saberes de las ciencias sociales ya que permiten entender los procesos históricos que las comunidades han tenido, y cómo se han modificado de alguna u otra manera, manteniéndose como colectivo o perdiéndose de la memoria. Con respecto a Colombia, diversas tradiciones de pueblos aborígenes se fueron trasformando o se eliminaron de la memoria colectiva. Éste es el caso del pueblo muisca o mosca, que, tras la llegada de los españoles en el siglo XVI, se emprendió una de las campañas más grandes de re culturización y transformación de las tradiciones aborígenes, para convertir a éstos seres “incultos, paganos y pecadores” hacia el camino de la rectitud que el catolicismo, y demás concepciones que en Europa se inculcaban. (Munera, 2005) Muchas de sus expresiones culturales, religiosas y simbólicas fueron destruidas, obligados a perder sus tradiciones, devociones, dialectos, y demás conocimientos de su saber ancestral. Pero, aun así, numerosos legados culturales que fueron dejados por los muiscas todavía se pueden hallar dentro del patrimonio cultural material e inmaterial de las poblaciones que comprenden el altiplano Cundiboyacense. Dicho material se encuentra en sus costumbres, ideologías, dialectos, nombres, lugares, monumentos y actividades del diario vivir. Un legado arqueológico que logró sobrevivir a esta destrucción y olvido fue el arte rupestre, definiéndose como una serie de “rastros de actividad humana o imágenes que han sido grabadas o pintadas sobre superficies rocosas” (Martínez, 2004 p.8). Estos vestigios arqueológicos se pueden rastrear en la literatura a partir de lo escrito por los cronistas (Fray Pedro Simón, 1981, Juan de Castellanos, Fray Pedro de Aguado, y Lucas Fernández de Piedrahita. Citados en Hernández, 2013) en donde se hacían pequeñas referencias sobre grafos o pinturas en las paredes, “dibujos” que aparecían en las piedras y sugieren ellos que no fueron realizados por los habitantes de éstos pueblos. A partir de las investigaciones que se han realizado desde siglo XIX en Colombia, el arte rupestre se propone como un elemento cultural valioso e interesante, en donde se propone entender desde varias perspectivas los símbolos que se encontraban, para lo cual varios teóricos pioneros (Duquezne, Ancizar, Zerda, Triana, Cabrera, Isaacs, Pérez de Barradas, Cabrera) dieron distintas explicaciones científicas dada desde diferentes métodos de investigación, para así establecer unas posibles significaciones. Las pinturas rupestres son reconocidas como parte del patrimonio cultural material, y se encuentran salvaguardados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (UNESCO), organismo que propone un corpus legal para que los países puedan realizar acciones de reconocimiento, regulación y protección del patrimonio material e inmaterial. Dichos vestigios constituyen una parte importante de la cultural de las personas que habitan actualmente en cercanías de estas manifestaciones rupestres, por lo cual deben ser estudiados por las poblaciones que allí moran, en busca del fortalecimiento de su cultura. No obstante, éstas expresiones culturales se han visto afectadas por la destrucción deliberada, el olvido y el abandono, haciendo que los conocimientos que se puedan llegar a consolidar en una sociedad, se pierdan para las futuras generaciones. Para mitigar de alguna manera los daños a éstos vestigios arqueológicos, se deben tomar acciones de reconocimiento, investigación, difusión, uso y protección del arte rupestre. Precisamente, la enseñanza sobre el cuidado y la difusión del patrimonio cultural en una sociedad está ligado íntimamente con la Escuela, la cual juega un papel en la consolidación y ratificación de la identidad de los jóvenes dentro de la comunidad. Por este motivo se hizo importante explorar cuál es el reconocimiento que cada uno de los jóvenes posee sobre los vestigios arqueológicos, sus concepciones, sus relatos y sus tradiciones en la actualidad.spaArte rupestreEl arte rupestre de Mosquera Cundinamarca, una exploración de su reconocimiento y uso en la actualidadPatrimonio cultural - ProtecciónArte - EnseñanzaIdentidad culturalPintura rupestre